Los procesados se enfrentaron a la policía durante el desalojo
Ocuparon una casa en el barrio coruñés de Mesoiro para vivir bajo un techo sin pagar y beneficiarse de las múltiples oportunidades de negocio que les brindaba un inmueble de dos plantas y bajo con un pequeño jardín en el que plantar marihuana. Porque tumbarse un rato al sol era imposible entre tanta mata. Fuera y dentro de la vivienda. A las plantas que cuidaban en el interior les daban vida con la luz robada de una farola.
Con el tiempo exploraron otros mercados y se lanzaron al porcino, haciéndose con dos porcos celtas que cuando la policía los liberó parecían bien alimentados. Como los perros de raza peligrosa que criaban. O una iguana, que andaba por la casa como uno más.
Les marchaban bien las cosas en ese complejo agroalimentario cuando les tocó a la puerta el propietario, un hombre que reside habitualmente en Venezuela y que viene poco por A Coruña. Cuando lo hace, visita su propiedad y el 28 de marzo del 2015 pasó por allí para comprobar que todo estuviera en orden. Según dice la sentencia del Juzgado de lo Penal número 3 de A Coruña, no lo estaba. La cerradura había sido cambiada y una ventana estaba rota. El propietario llamó a la policía y se presentaron dos agentes. Tocaron insistentemente el picaporte y, al no contestar nadie, movilizaron a un cerrajero, que les abrió. Ya dentro, se encontraron en el interior con un joven que bajaba de un piso superior. Al ver lo que se le venía encima, huyó, siendo detenido horas después por otra patrulla. Había otra persona, que al no poder escapar, intentó encerrarse, llegando a forcejear con un agente. Pero no pudo con la policía y fue arrestado.
Durante el registro, la autoridad se encontró con lo nunca visto en un desalojo. No por la plantación de marihuana, que eso es muy habitual en casas ocupadas, sino por el zoológico que había dentro. La buena noticia es que todos los animales se encontraban en perfecto estado. Bien alimentados y saneados.
La plantación estaba debidamente preparada para lograr su rentabilidad, porque hasta contaba con un sofisticado sistema de ventilación e iluminación, algo necesario para el cuidado y mantenimiento del huerto y para su progreso.
En la planta baja del inmueble tenían la habitación los dos ocupas, de 24 y 32 años de edad, que sin cortarse ni un pelo les reconocieron a los policías y al dueño del local que ellos vivían allí, que ese era su domicilio, ante la perplejidad del titular.
Los policías lograron hacerse en el registro con numerosos esquejes, cogollos y más de 65 plantas de marihuana. Los hombres también tenían básculas de precisión para pesar la droga. Pero a los agentes después de la sorpresa de la ocupación de la casa, de la plantación de marihuana, aún les quedaba el pasmo de encontrarse con dos cerdos de raza celta, una iguana y dos perros de raza peligrosa.
Los detenidos, con antecedentes penales, fueron puestos a disposición judicial y quedaron en libertad a la espera del juicio. Este se celebró el mes pasado y los procesados, defendidos por el penalista coruñés Diego Reboredo, reconocieron los hechos y se les redujo la pena.
Así, aceptaron ser autores de los delitos de usurpación de inmueble, contra la salud pública y resistencia a la autoridad. Por ello, tendrán que hacer 45 días de trabajos para la comunidad y la advertencia de no volver a delinquir en los próximos dos años. Si lo hacen, serán enviados a prisión.